El fatídico triángulo de Karpman
Las 7 Leyes o Principios Herméticos del Kybalión.
Dice
la Ley de Polaridad: “todo es dual; todo tiene dos polos; … todo tiene
su par de opuestos; … los semejantes y los antagónicos son lo mismo; …
los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; …
los extremos se tocan; … todas las verdades son semi-verdades; … todas
las paradojas pueden reconciliarse” … Este 4º Principio Hermético
encierra la verdad, de que todas las cosas manifestadas poseen dos
aspectos, dos polos … Estos dos polos son un par de opuestos con
innumerables grados intermedios entre ambos extremos … Aquellas antiguas
y eternas paradojas que en todo tiempo han confundido a la mente
humana, como: “todo es yo al mismo tiempo”, … “la tesis y la antítesis
son idénticas en naturaleza”, … los extremos siempre se tocan”, … etc.,
quedan plenamente explicadas si se estudia este Principio o Ley.
Toda
verdad es relativa. Si cualesquiera de nosotros toma la dirección del
norte, bien sea en un avión, en un tren, a pie, o en patinete, o
hipotéticamente hace un viaje mental, y siempre hacia el norte, llegará
un momento en que, siguiendo siempre adelante, llegará a la cumbre del
polo norte, y viajando siempre hacia delante, ya no estará viajando
hacia el norte sino hacia el sur … Igualmente sucede con el Este y el
Oeste, por eso se dice que Oriente es Occidente y Occidente es Oriente.
No es muy difícil de entender, que estamos viviendo en el globo
terráqueo y que por tanto es como una pelota, que no tiene principio ni
fin, y que no tiene fin ni principio, ya que el principio es igual al
final, y el final es igual al principio … No existe un lugar del globo
donde se pueda decir que aquí comienza y allí acaba, todo gira y se da
la vuelta continuamente, lo mismo que nos sucede a cada uno de nosotros, "como es adentro es afuera", y en nuestro interior todo se manifiesta de la misma forma que en el planeta Tierra que habitamos.
En
la Astrología se identifica a la casa XII como la casa del salvador,
víctima y verdugo, es en la casa cuyo regente es Neptuno, el dios
Poseidón de los griegos, el dios que con su tridente (y de tres puntas
por supuesto), va paseando bajo el mar para remover las aguas de vez en
cuando, y así provocar determinadas olas o mareas que hagan zozobrar,
aquellos barcos o personas que estén mal preparados para surcar sus
dominios … Si Neptuno no removiera las aguas profundas del mar, nadie
sabría si está bien preparado para navegar, de modo que esto lo hace de
vez en cuando, cuando él quiere y siempre cuando nosotros no lo
esperamos. Si Neptuno no removiera los fondos marinos, sucedería que él
actuaría de salvador, para que no zozobrara nuestro barco y para que así
no nos hundiéramos, pero sucede que de este modo Neptuno se convertiría
en la víctima, y puesto que las aguas del mar necesitan oxigenarse para
que haya vida, y si el mar no tuviera oxígeno, ya Neptuno también se
quedaría sin él, es decir, que para salvar a los incautos navegantes,
él se convertiría en víctima, de los navegantes y de él mismo, pero
sobre todo, él se convertiría en verdugo de sí mismo.
La
mitología es siempre muy compleja y complicada de entender, y en este
caso hay un par de versiones diferentes, una de ellas dice que Poseidón
fue salvado por su madre y en el momento de nacer, ya que Cronos
(Saturno), su padre, se lo quería comer, tal como era su costumbre. De
modo que aquí Poseidón pudo ser la víctima de su padre, pero fue salvado
por su madre … Esto es algo que suele suceder en muchísimas familias,
generalmente la madre suele salvar algunos hijos, de la ira del padre, y
así nos ha sucedido a muchos de nosotros. Ya en la infancia muchos
aprendimos el papel del salvador y víctima, aprendimos a salvar a otros,
de aquello que debían hacer por sí mismos, pero así nunca pudieron
aprender a salvarse, les hicimos un flaco favor al actuar de salvadores,
pues ya les convertimos también en víctimas de ellos mismos, y también y
por lo tanto en verdugos de sí mismos. De la misma manera que nosotros
nos convertimos en víctimas de quienes habíamos salvado, y
posteriormente en verdugos, tanto de los otros y como de nosotros
mismos. Es la Ley de Correspondencia, "como es adentro es afuera".
No
es puramente casualidad que Neptuno use un tridente (de tres puntas),
así puede pinchar a cada uno de los tres personajes, del
salvador-víctima-verdugo, y al mismo tiempo además, él no necesita
hacerlo uno detrás de otro, y ya que que cada vez que se actúa de
salvador, ya se está creando la víctima y el verdugo, todo en el mismo
momento. Existe una forma de ver esto, y se trata del llamado triángulo
fatídico o dramático de Karpman, se trata de un triángulo que se une
como todos, y por tanto significa que el salvador (rescatador), la
víctima y el verdugo (acusador o perseguidor), también están unidos y en
cada momento de su actuación en este “Teatro de la Vida” … Uno sin el
otro no podrían existir, y de modo que cuando uno actúa, ya los otros
están esperando entre las bambalinas del teatro, y esperando que llegue
su momento de actuar, en el momento en que baje el telón y suba de
nuevo, en el momento que la Ley del Ritmo cambie su ciclo, en el momento
que el péndulo del reloj gire hacia el otro lado, o sea, cuando así
necesite compensar ambas polaridades (salvador-víctima).
El fatídico triángulo de Karpman
Dice
el primer mandamiento de Karpman: “no rescatarás a otras personas que
puedan valerse por sí mismas”, … y creo que es fácil de entender, pero
no lo es cuando el salvador o rescatador busca víctimas, sí, así es.
Existen muchas personas que van de salvadores, con el disfraz puesto y
esperando encontrar a quien salvar, nos ha sucedido a todos, y en una
medida más o menos mayor, pero a todos. Hay cierto placer a la hora de
rescatar a alguien, y hay cierto engorde del ego y es más placentero que
no ser la víctima … El gran problema es que si salvamos a alguien, de
aquello que él mismo puede hacer, o de aquello para lo cual debe tener
su responsabilidad, pues ya le estamos preparando un camino futuro
dependiente de otros, y en este caso sería de dependiente de otra
persona, librando a él de su propia responsabilidad, así pues es fácil
saber que lo convertiremos en un irresponsable consigo mismo y otros
asuntos del mundo. Estaremos haciéndole mucho daño, de modo
inconsciente, pero mucho daño, y al mismo tiempo es víctima de nosotros y
de sí mismo, si él se deja, generando al mismo tiempo sentimientos
varios de ira, frustración y otros, tanto en el salvador como en la
víctima.
El
siguiente mandamiento de Karpman dice: “no ejercerás de víctima”, … y
salvo que no puedas valerte por ti mismo y realmente necesites ayuda de
alguien, y ya todos sabemos que el mundo está lleno de personas, que van
con su disfraz puesto de víctimas, pero ellos dirán que no, o no se
darán cuenta, o tal vez nos dirán que están siendo víctimas de alguien,
pero nunca dirán que también están siendo víctimas de sí mismos … La
cuestión es que una vez reciben la salvación o la ayuda de otro, también
se sienten airados, consciente o inconscientemente, pero airados por no
haber sido capaces de hacerlo por sí mismos, y así se pueden sentir
humillados, resentidos y dolidos con el salvador, quien al parecer puede
hacer lo que ellos son incapaces de hacer por sí mismos. Aquí actúa la Ley de Generación, el salvador es la parte activa, mientras que la
víctima es la parte pasiva. El salvador es la parte positiva, que no por
ser positiva es “buena”, mientras que la víctima es la parte negativa,
que no por ser negativa es “mala”.
El
tercer y último mandamiento de Karpman dice: “no perseguirás”, pero yo
prefiero decir: “no ajusticiarás”, … y sencillamente porque éste es el
papel del verdugo, ajusticiar, hacer cumplir la justicia, así prefiero
llamarlo yo, aunque tiene también el nombre de perseguidor o de
acusador. El verdugo aparece cuando el salvador y la víctima han
cumplido con su cometido, salvar y ser salvado, salvar y ser
victimizado, y por tanto ambos se enfrentarán después, y más tarde o más
temprano, pero, lo que en su momento había sido una unión buscada,
después ya se convierte en todo lo contrario, ambos se convierten en
verdugos del otro, y de sí mismos por supuesto … Si no se cumplen estos
tres mandamientos de Karpman, se entra como una forma de penitencia y
de expiación, en la casa XII de la Astrología, en este triángulo
fatídico y dramático del cual en muchas ocasiones en dificilísimo salir,
pues el triángulo “une sus tres lados”, y por esto hay que romper con
él cuanto antes, o más bien no crearlo nunca.
No hay nadie a quien salvar, salvo a uno mismo,
sálvate a ti mismo, DE TI MISMO, de tu ego prepotente,
y deja que el otro se salve, A SÍ MISMO, de su ego prepotente.
El nebuloso planeta Neptuno, el mar de Piscis
Lo más curioso de esto
es una cosa, queremos salvar a los demás, pero es de “aquello que nos
deberíamos salvar a nosotros mismos”, es decir, de aquello de lo que
hemos sido víctimas y por parte de otros, pero claro, tal y como sucede
siempre: “es más fácil ver la paja en el ojo ajeno”, … y así evitamos
actuar en consecuencia con nosotros, y evitamos habernos de enfrentar
con el sentimiento de víctimas que podamos guardar, generalmente lo
hacemos de modo inconsciente, pero al mismo tiempo lo hacemos así, “para
evitar descubrirlo en nosotros mismos”, mal asunto, ¿qué pasaría si
dejáramos de querer salvar a otros?, … pues que ya no tendríamos más
remedio que salvarnos a nosotros mismos. Para no sentirnos víctimas
usamos el disfraz de salvadores de otros, y para no salvarnos a
nosotros mismos usamos el disfraz de víctimas, y así cualquier cosa
menos reconocer el dolor emocional del cual pretendemos protegernos. En
el fondo es carencia de amor, y en el fondo lo que todos buscamos es ese
amor que no nos damos. Mientras tanto el salvador cumple su papel bajo
el sentimiento de culpa, la víctima bajo el resentimiento, y después
ambos se convierten en verdugos, bajo la agresividad que antes habían
guardado. Sea cual sea el papel de este triángulo se acabará mal, y por
mucho que parezca lo contrario en su momento inicial, pero en un momento
posterior la polaridad se girará o el verdugo hará su aparición.
El
salvador busca personas dependientes de él, la víctima busca depender de
otros, y mientras tanto el verdugo está preparando la guillotina para
ambos. El salvador necesita víctimas y si no las encuentra las crea,
para después quejarse de sus esfuerzos y decir que se aprovechan de su
generosidad. La víctima se cree incapaz de resolver su situación, ya que
ni tan siquiera intenta buscar y encontrar fórmulas, que le inspiren a
hacer por él, puesto que le es más fácil buscar a alguien que le saque
de su problema, sin hacer ningún esfuerzo y además sin asumir su propia responsabilidad. El salvador hace más de lo que le corresponde y además
se obliga a sí mismo, como si él fuera el responsable de solucionar los
problemas de los demás, y suele ponerlos por encima de los suyos
propios, es mucho más fácil, y para así no sentir su propio sufrimiento y
su poco hacer, por y para él mismo. Dice la Ley del Mentalismo, que
todo es mente, y es así, pero sin olvidar que tenemos una mente
consciente, la cual conoce una parte de nosotros, y también tenemos una
mente inconsciente, la cual guarda lo que todavía no conocemos de
nosotros, y ya por tanto podemos ser salvadores o víctimas sin ser conscientes de ello, es decir, engañándonos como mejor sabemos, y negando la realidad como mejor podemos.
Se podrían escribir un montón de ejemplos de situaciones
que nos encontramos con frecuencia, en la vida de cada día, en el
momento que conducimos nuestro coche por la ciudad y tenemos un golpe
con otro, cuando vamos de compras y nos devuelven mal el cambio, o
cuando alguien se tropieza con nosotros, o en las relaciones y cuando
alguien te pide un préstamo de dinero, o en asuntos de negocios cuando
no queremos comprar lo que nos ofrecen, o cuando el coche se avería y
buscamos un mecánico, o cuando nos perdemos y preguntamos a alguien la
dirección a donde queremos ir, o cuando alguien te roba en el metro y
después acudimos a la policía, o cuando los bomberos acuden a apagar un
incendio, o a rescatar un gato subido en un árbol, o cuando salvamos a
alguien de morir ahogado en la playa, o cuando nos salvan a nosotros, y
es decir, existen cientos y miles de situaciones en las cuales se juntan
un salvador y una víctima, y en las cuales el verdugo ya ha comenzado
también con su actuación, o está a punto.
Para mí aquí está el truco
del almendruco, saber encontrar ese punto, en el cual el salvador y la
víctima pueden transformarse en verdugos, de sí mismos y del otro, y no
siempre es nada fácil, pues en muchísimas ocasiones, o solamente
algunas, surgen los sentimientos de misericordia y de caridad, los
típicos de la casa XII del Zodiaco, los típicos del signo de Piscis, los
típicos de las enseñanzas de Jesucristo, el Salvador, Víctima y
Verdugo. Todos queremos evitar nuestro propio sufrimiento, y algunos
quieren evitar el sufrimiento de los demás, no todos, pues hay muchos a
quienes les da completamente igual si otros sufren … Yo entiendo que el
sufrimiento también es necesario, todo lo que existe en el mundo
emocional es siempre necesario, aunque no nos sea muy placentero, pero
para algo existe, nada existe por nada, todo existe por algo, de nada
sirve querer evitar el sufrimiento, propio o ajeno, podremos paliarlo,
aliviarlo, con cierta empatía, con cierto amor y con cierta misericordia
y caridad, pero nunca lo podremos evitar al completo … El sufrimiento
forma parte de la vida, pero hasta cierto punto, por supuesto, pues yo
entiendo que a partir del momento, en el cual hemos unido las
polaridades, que pretende unir la casa XII, ya desaparece el sufrimiento
para siempre, pero desaparece porque ya no es necesario sentirlo, y no
porque lo hayamos negado, como pudimos hacer antes en muchos momentos de
la vida.
Mucho hay escrito sobre esto y muchos lo harían mejor que
yo, yo solamente puedo escribir mi punto de vista sobre esto y mi punto
de vista es muy simple, “no hay nadie a quien salvar, salvo a uno
mismo”, esto leí en una ocasión y lo asumí después, tras una larguísima
meditación y una larguísima reflexión, con lo cual no quiero decir que
mi manera de verlo sea la mejor, pero es la mía y es la que me vale. La
polaridad salvador-víctima tiene siempre un punto de encuentro en el
centro, como todas, y un punto en el cual no existe ni el salvador ni la
víctima, y por lo tanto se trata de un punto neutro, medio y
equilibrado, un punto que no tiene nombre, pero que solo puede ser la
unión de ambos. Se trata de hacer hasta el punto que debes hacer por
otro, ¡y ya nada más!, el resto lo debe hacer el otro. Si la víctima
nada quiere hacer por sí misma, tampoco yo como salvador quiero hacer,
si la víctima hace “dos”, yo solamente quiero hacer “dos” … Esto es algo
que puedo captar ahora, pero que no supe hacer en muchas ocasiones
anteriores de mi vida, ahora es como si algo dentro de mí me dijera:
“hasta aquí, ya nada más” …
QUIRÓN,
EL SANADOR, EL HERIDO Y EL HERIDOR
La relación médico/salvador y enfermo/víctima
Está claro que todos necesitamos
de la ayuda de los demás, en algún momento de la vida, está claro que
no siempre tenemos el conocimiento suficiente para hacerlo, sin ayuda de
otros, esto sucede en muchísimas ocasiones, por ejemplo sucede cuando
un enfermo (una víctima) busca a un médico, un psicólogo o similar (un
salvador), pero en esto ya suele haber un gran problema. Generalmente
los médicos están incluidos en un sistema de la seguridad social, ya por
tanto no se pagan, lo paga el seguro, que por supuesto nosotros hemos
estado pagando antes, pero en un caso así no se puede valorar el
correcto trabajo de un profesional, inclusive aunque se trate de un
médico o psicólogo de pago. La gente espera que el médico (salvador o
rescatador) haga todo, y mientras tanto el enfermo nada especial quiere
hacer por sí mismo, y todos esperan que las pastillitas solucionen su
problema, pero nunca es así, las pastillitas nunca pueden solucionar
algo, que debería hacer el propio enfermo o víctima.
Siempre somos
víctimas de nosotros mismos, esto lo primero, y por tanto nosotros
deberíamos salvarnos, no buscar a alguien que lo haga. Si hemos
enfermado por una pésima alimentación o una pésima relación con nuestra
mente y nuestro cuerpo, pienso que es fácil entender, que uno debería
ser el salvador de sí mismo, es decir su propio médico, aunque para esto
necesite de la orientación y ayuda de un médico, o un psicólogo o
similar, pero nunca se debería dejar en sus manos la responsabilidad que
nos corresponde. De la misma manera que el profesional médico o
salvador, no debería nunca hacerse responsable de la salud de sus
enfermos o víctimas. Cada uno de nosotros debe ser responsable de su
propia salud, y tanto si nos atiende un médico del seguro como de pago, y
tanto si nos atiende un médico como un naturópata, y tanto si somos
atendidos por quien sea, haciendo por nosotros mismos todo lo que sea
necesario hacer, tanto en la dieta como en los comportamientos
psicoemocionales y físicos. Un buen profesional de la salud nunca debe pagar los errores o "pecados" de sus enfermos, son los enfermos quienes los deben pagar, para así aprender y no repetirlos en el futuro.
Mal médico sería aquél que no sabe
explicar esto a sus enfermos, y también mal enfermo sería aquél que no
es capaz de hacer por sí mismo, creo que se puede entender. De la misma
forma, en todos los actos humanos, en los cuales hay un servicio, deben
ser pagados, sea en dinero o sea en especies, pero nunca deben ser gratuitos para nadie, yo no creo en la medicina gratuita, yo creo que
hace mucho daño a la gente, los convierte en dependientes, y los
convierte en más víctimas de lo que son. Partiendo de esto, el día que
el enfermo o víctima se da cuenta, de que se ha hecho mucho daño, y que
el profesional médico no se lo ha hecho ver, pues pasa lo que debe
pasar, que la víctima se convierte en verdugo, acusador o perseguidor de
ese médico o el similar, que no supo evitar el triángulo
salvador-víctima-verdugo, del mismo modo que también el médico salvador
se convierte en verdugo, de su enfermo víctima, al ver que no ha sido
capaz de hacer todo lo que debía hacer por él, cuando había sido
prevenido y recetado por el médico. Por supuesto en una medida más o
menos mayor, de acuerdo con la Ley de Vibración.
Partiendo de todo
esto, entiendo que todo intercambio entre dos personas, entre un
salvador y una víctima en concreto, debe ser mediante el pago de los
servicios, sea dinero, sea en especie, o sea en trabajo, pero nunca
debería ser gratuito, pues de hacerse, así nunca es valorado como
corresponde. Así pues, malo para el profesional salvador y malo para el
enfermo víctima, ya que así continuarán ambos haciendo su papel en el
triángulo fatídico de Karpman, serán salvadores, víctimas y verdugos por
toda la eternidad de los tiempos, en este Teatro de la Vida, en el cual
a veces interpretamos un papel u otro, hasta que descubrimos los
efectos nefastos del triángulo. El problema es que la gente en general
no suele entenderlo, está claro, ¿cómo puede entender esto quien es
víctima de sí mismo?, … ¿cómo puede entender esto quien todavía no se ha
dado cuenta, de que no existen enfermedades, sino enfermos?, … ¿cómo
puede entender esto quien no se ha dado cuenta, de que él mismo se ha
provocado sus propios males, de que él mismo ha sido su propio verdugo?
… Ya lo dice la Ley de Causa y Efecto, "toda causa tiene su efecto, todo
efecto tiene su causa", … y realmente la casualidad no existe, todo es
“causalidad”, y el camino que estamos recorriendo ahora, lo hemos
trazado antes sembrando las causas, ahora es tiempo de recoger los
propios efectos, de recoger lo que hemos sembrado.
Conclusiones
Yo pienso, y estoy
convencido de ello, que si cada uno se ha creado sus propios males,
también puede salvarse de ellos … “No hay nadie a quien salvar, salvo a
uno mismo”, pero como siempre es más fácil buscar un salvador que lo
haga por nosotros, es más fácil “hacerse la víctima”, y sin darse cuenta
de que cada uno es víctima de sí mismo … Para un salvador es más fácil
salvar al otro, que no explicarle que está siendo víctima de sí mismo.
Todos tenemos el libre albedrío de seguir actuando con estos arquetipos,
pero al mismo tiempo tenemos la obligación de anularlos y dejar de
vestirnos, con disfraces que no nos pertenecen, con disfraces que nunca
nos pueden permitir encontrar nuestra verdadera esencia individual, la
que todo lo contiene y la que nunca necesita proyectar su sombra en los
demás. Se puede dar una mano pero nunca las dos, pero si vas de
salvador, recuerda que te convertirás en víctima, de ti mismo y del
otro, y para vengarse después el verdugo ajusticiará a los dos.
Yo sé
que a pesar de lo escrito mucha gente seguirá sin comprenderlo, yo sé
que no es fácil de asimilar, forma parte del trabajo individual y
personal de muchos, descubrirse a sí mismos como víctimas de sí mismos,
pero una vez descubierto el juego, ya no se necesita usar más ni uno ni
otro disfraz. Y desde el momento en que no se necesita usar el disfraz
de víctima o salvador, ya tampoco hará falta desempolvar el disfraz de
verdugo, el que todos tenemos muy guardado en algún rincón de nuestro
desván. Decía Jesucristo: “no le des un pescado, enséñale a pescar”, … y
así es, si le das un pescado seguirá siendo víctima toda la vida, y si
le enseñas a pescar podrá salvarse para toda la vida.
De cualquier
forma, tal y como nos dice el Eclesiastés y también dice la Astrología,
hay un tiempo para cada cosa y una cosa para cada tiempo, y por lo tanto
hay un tiempo para ser salvador y otro para ser víctima. Solamente a
través del sufrimiento y del dolor se puede expandir la consciencia,
para así anular y disolver el arquetipo salvador-víctima, y así pues se
trata de emociones a sentir, del hemisferio cerebral derecho, y no se trata solamente de razonarlo con el hemisferio cerebral izquierdo, se trata de usar los dos hemisferios cerebrales, ya que cuando se vive el papel de salvador o de víctima, tan solo estamos usando uno, y debido a que el otro está bloqueado.
Texto del libro "Tres hermanos y un final" - Diario de un karma familiar (IV) - El Juego del Escondite (el encuentro). Reservados los derechos de autor. DF. Nomemientas Gavilán.
Recomendado leer en este blog:
Gran parte de vuestro sufrimiento, es por vosotros mismos escogido.
Es la amarga poción, con la cual el médico que se oculta en vosotros,
cura a vuestro yo doliente. Confiad por lo tanto en ese médico,
y bebed su medicina en silencio y con tranquilidad,
porque su mano, aunque pesada y dura,
está guiada por la suave mano del Invisible.
Khalil Gibran (místico libanés, siglo XX)
Tratar de evitar el sufrimiento;
como y donde sea que se presente;
indica siempre que quien lo hace,
es fundamentalmente un no-iniciado.
Herbert Fritsche (biólogo alemán, siglo XX)
Tú dijiste:
-¿Cuál es la señal del camino, oh derviche? ...
-Escucha lo que te digo y, cuando lo oigas, ¡medita!
Ésta es para ti la señal:
la de que, aunque avances, verás aumentar tu sufrimiento.
Farid al Din Attar (místico persa, siglo XIII)
Ya he dejado atrás mi misión y no tengo nada que ver con ella.
En mí, el maestro y el salvador han muerto;
ahora puedo ocuparme de mis cosas y de mi vida (…)
Quise ir más lejos de los límites, de mis manos, y de mis pies,
de modo tal que me traicioné a mí mismo (…),
porque he muerto, y ahora conozco mis propios límites.
D. H. Lawrence (escritor inglés, siglo XX)