domingo, 24 de enero de 2016

SE ESTÁ MURIENDO DE PENA

 "¡Qué presto se consolaron los vivos de quien murió! 
Y más cuando el tal difunto mucha hacienda les dejó."

Calderón de la Barca (escritor español, siglo XVII)

              Algodones y flores de almendro para una madre

Historia recibida de "La Condesa de la Sierra", la cual incluyo en mi blog con su autorización. Me parece que en este mundo amamos más el dinero y la herencia, que no a nuestros propios padres. Nos olvidamos muy pronto de aquello que recibimos, esto es la ingratitud, el no saber o no querer devolver el amor que nos dieron. No debemos olvidar que la familia puede matar y lo que viviremos con el conflicto del perdón.

Pincha en el vídeo si quieres leer la historia con música

SE ESTÁ MURIENDO DE PENA
 
Hola, yo también quiero narraros una historia que viví personalmente y que si me la cuentan no me la hubiese creído.

Mi marido estuvo cuidando a su madre enferma durante seis años, además de sus dos hermanos menores. Exactamente no sé cómo se organizaba porque es un tema que le pone muy triste y yo no quiero entrar. El caso es que su madre murió cuando estaba cumpliendo el servicio militar, no pudo despedirse de ella y esto aún lo dejó peor. Su casa dejó de ser un hogar y la falta de su madre le sigue atormentando, incluso ahora. Él seguía teniendo contacto con sus tías, tanto maternas como paternas, les tiene un cariño especial, pues se acuerda de cómo lo cuidaban cuando él era pequeño, sobre todo las paternas. Pero su tía materna, aunque no había tenido tanto roce, le recordaba a su madre y los encuentros eran frecuentes.


Cuando su tía se hizo mayor siempre le llevaba algo para comer, le encantaba disfrutar de los placeres de la comida y él disfrutaba viendo que, aunque su condición era humilde, no escatimaba en la comida. Disfrutaba diciendo que compraba los huevos en "tal sitio" porque eran más frescos y naturales, las fresas de tal otro porque el sabor que tenían era exquisito y no había de mejores, el jamón "pata negra" (como ella decía), en fin, muy sibarita. No se conformaba con cualquier cosa.
  
Como muchas madres se había desvivido por sus hijos y después por sus nietos. Como muchas madres y después abuelas se quejaba de lo mismo, nadie la venía a visitar. Quien más la cuidaba era su hija menor, que vivía cerca de ella y le hacía todo lo que podía (compra, peluquería, médicos...) Esta hija también tenía su familia, además de trabajar fuera de casa y estuvo así mucho tiempo. Los otros dos hijos (hombre y mujer) sólo hablaban por teléfono con ella (hija) o venían a pedir dinero (hijo). Mientras ella les cocinaba la visitaban a menudo, e incluso se llevaban comida hecha por su madre a casa, pero cuando no pudo cocinar más, siempre había una excusa para no ir.

La hija que le ayudaba también dejó de hacerlo, porque cayó enferma y no tenía quien le echara una mano (a pesar de tener marido e hijos), por lo tanto decidieron llevarla a una residencia. Al principio se negaba, claro está. Ella no estaba enferma, decía. Mi marido siempre le decía: "vende el piso y no les dejes nada, no se lo merecen". Sólo la hija menor pero ahora no podía. Aunque ella sabía que él tenía razón, su obsesión era que sus propiedades debían pasar a sus hijos. ¿A quién se lo iba a dejar? Había luchado por ellos, siempre. ¡No podía hacerles esa jugada!

Cuando nos enteramos que estaba en una residencia fuimos a visitarla porque además coincidía que era Navidad. No he visto lugar más patético. Ella seguía justificando a sus hijos e incluso nos dijo, que al día siguiente vendría a recogerla su hija mayor para pasar el día en su casa. Su sobrino se indignó y así se lo hizo saber, porque ella no estaba para estar en una residencia, sino en casa o con algunos de sus hijos. Todos tenían habitaciones para ella e incluso su propia casa. Nadie hizo nada. Mi marido le decía: "¡Ojalá yo tuviera a mi madre! Iba estar en algodones, no le faltaría ni el aire". Ella, pobre, no decía nada pero se notaba su angustia.

Al marchar de aquel lugar, los dos tuvimos la misma sensación: "Se está muriendo de pena". Pensamos que debíamos hablar con su hija menor, pues con los otros hijos no había contacto y yo ni los conocía. Perdón, me olvidaba contar que la que buscó la residencia fue su hija mayor, la que sólo llamaba por teléfono. Aunque ¡los otros dos también estarían de acuerdo!

Uno o dos meses más tarde nos llama por teléfono la hija menor, para decirnos que su madre había fallecido. Nos quedamos de piedra ¿cómo podía ser? ... Empezó a explicarnos que hacía tiempo no estaba bien, que tenía muchos achaques, etc. ¡Claro, como cualquier persona de su edad!, pensé.

Fuimos al entierro, como es normal, sin creernos lo que había pasado. Todo fue muy rápido, demasiado. Yo no conocía a la familia y ellos tampoco a mí. Sólo conocía a la hija menor pero mi marido me indicó quienes eran los otros dos hijos. Me llamó la atención que su hija mayor llevara los labios pintados de rojo. Lágrimas, sólo la hija menor.

Lo peor de todo es, que cuando fuimos al cementerio, por casualidad o no sé por qué, mientras estábamos mirando a los sepultureros hacer su trabajo, es decir cuando estaban metiendo el ataúd en el nicho, me dí cuenta de que yo estaba al lado de la hija mayor, después vino el hijo y enseguida la hija menor. Me sorprendí que no estuvieran en primera fila, sería lo lógico, eran sus hijos, no al final del todo como yo. La hija mayor estaba diciendo a los hermanos, que cuando salieran de allí iban a comer a "tal restaurante", todos juntos (sus respectivos e hijos), porque así hablarían de la venta del piso de su madre.


¡No me lo podía creer! Ya he dicho que si me lo explican no me lo creo. Se lo dije a mi marido y él tampoco daba crédito. Sí los vio apartados del resto de la gente. Otra imagen que me quedó grabada en la retina, que me hizo mucho daño, y eso que yo conocía a este familiar relativamente poco. La había visto sólo cuatro veces. Me pareció indignante. ¡Ojalá, le hubiera dicho a la cara lo que pensé de ellos en ese momento!

¿Cómo se puede hablar de esos temas en un momento como ése? ...
¿Cómo los hermanos la escuchaban sin rechistar? ...
¿Quién pagaría la comida? ...


Coplas a la muerte de su padre
Jorge Manrique (poeta castellano, siglo XV)

Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte, 
contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte, tan callando,
 cuán presto se va el placer, cómo después de acordado da dolor; 
cómo, a nuestro parecer cualquiera tiempo pasado fue mejor.
Pues si vemos lo presente, cómo en un punto se es ido y acabado, 
si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado. 
No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera, 
más que duró lo que vio, porque todo ha de pasar por tal manera.
Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir; 
allí van los señoríos, derechos a se acabar y consumir; 
allí los ríos caudales, allí los otros medianos y más chicos,
y llegados, son iguales, los que viven por sus manos y los ricos.


Si quieres leer una historia sorprendente, pincha: ESQUELA MORTUORIA DE SOLEDAD
Si quieres leer otras historias de este estilo, pincha: RESIDENCIAS Y ASILO DE ANCIANOS ---  EL CUIDADO A LOS ANCIANOS  ---  LA DEPENDENCIA EN LA VEJEZ

 
Si quieres leer una historia completa en un libro, pincha: TRES HERMANOS Y UNA MADRE 
Para leer otras entradas del blog, diferenciadas por etiquetas y temas: enlaces directos 

10 comentarios:

DF. Nomemientas Gavilán dijo...

Pues sí, ojalá se lo hubieras dicho a los 3 cerditos, porque esto es lo que son, y nada más, ... y yo puedo entender muy bien este relato. Yo también lo he vivido de forma bastante similar, aunque yo nunca abandoné a mi madre. Por lo visto lo llevabas muy adentro, esto nos hace ver que la vida no nos perdona, aquello que nos habíamos callado en un tiempo del pasado. Gracias por tu historia, vamos a ver si se remueven conciencias de algunos hijos, que solamente lo son por el nombre y nada más, pues muchos lo han hecho igual, cuando ya no se puede "chupar de la teta", pues se la mata de pena, y después a gastarse la herencia, y esto no debería ser así.

Anónimo dijo...

Este es el triste destino de muchos ancianos, morirse de pena, cuando ven que sus hijos no tienen interés en ellos, cuando ven que no son pagados con la misma moneda, cuando ven que son un estorbo. Esto también se puede hacer extensible a los nietos, este mundo se está volviendo loco, esto no pasaba antes, ahora los hijos y nietos pasan del cuidado y atención a sus mayores. Es triste, muy triste, esto no pasaba antes. Los viejos de antes vivían muchos más años que los de ahora, mis abuelos vivieron hasta pasados los 90 años, pero y ahora, ¿para qué seguir viviendo cuando les importamos un bledo a los hijos, nietos y al resto de familia?.... Se pierde la alegría de vivir y lógicamente se muere de pena.... Una desilusionada más de la familia.

DF. Nomemientas Gavilán dijo...

Cierto, cuando se pierde la alegría de vivir, solamente nos queda morir de pena. Por lo que dices eres una desilusionada de la familia, esto quiere decir que anteriormente tuviste la ilusión, pero ya se terminó, ahora es el tiempo de regresar al hogar interno. No sé si lo puedes comprender. Gracias por tu comentario, yo también pienso que este mundo debe recuperar la cordura, y con lo cual yo también entiendo que está loco. Un saludo.

DF. Nomemientas Gavilán dijo...

Desde aquí, desde mi isla, le mando este mensaje a mi primo de Barcelona, al que más hizo por dar una mano en solucionar la herencia de mi madre, al perder muchas horas en la casi imposible comunicación con los hermanos, al único que de toda la familia hizo lo que pudo, más ya no pudo.

Desde aquí le mando este mensaje, porque ha fallecido hace 1 hora, de repente. Él también se ha muerto de pena, se ha muerto de mucha pena y después de una larga depresión, la cual cargaba desde hacía años, al ver la ingratitud y el abandono que estaba sufriendo por parte de sus hijos.

Desde aquí le deseo un feliz viaje de retorno, a la casa del Padre Celetial, al Hogar Eterno, al lugar donde todos debemos regresar algún día. No te olvides de encontrar a mis padres, aunque yo sé que antes deberás encontrar a los tuyos y a tus hermanos. Estoy seguro de que están esperando verte, allí no te sentirás abandonado nunca más.

Feliz Viaje de Retorno, y hasta la vista, hasta que me toque a mí. Tu primo de Palma.

DF. Nomemientas Gavilán dijo...

Desde aquí mando también otro mensaje, este mensaje será leído a través del ordenador, no como el anterior. Este mensaje va dirigido a su esposa, a la que yo considero su esposa, a la persona que le ha atendido, de forma excepcional y más de lo que se ha dejado él, en estos últimos años.

Para ti, mi pésame, porque sé que has hecho muchísimo por él, porque sé que eres la única persona que lo ha hecho, la única persona que ha estado a su lado, pasando la pena que él cargaba y la cual tú le has ayudado a soportar.

Para ti, para que le guardes en el recuerdo, es lo único que ahora puedes hacer, y para que no te derrumbes, para que sepas que él siempre velará por ti. Ahora es tiempo para que tú te cuides, no lo olvides. Un beso y un abrazo para ti. Tu primo de Palma.

No te rindas, aún estás a tiempo, de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo. No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo. (Mario Benedetti).

Anónimo dijo...

¿Qué es la vida? ¡Belleza! Admírala!
La vida es una suerte. Acéptala.
La vida es una felicidad. Saboréala.
La vida es un desafío. Afróntalo.
La vida es un deber, Pues cúmplelo.
La vida es un tesoro. Cúidalo.
Si la vida es riqueza, guárdala.
¿Que la vida es amor? Disfrútalo.
La vida es misterio. Admítelo.
La vida es un compromiso. Cúmplelo.
Si es tristeza el vivir, supérala.
La vida es un combate. Gánalo.
¿La vida? ¡Una tragedia! Abrázala.
¿La vida? ¡Una aventura! Pruébala.
La vida es la vida ... Un parabien ...
Un saludo de Dios. Merécelo.
La vida es la vida. Defiéndela.

Anónimo dijo...

A veces , la mayorìa de las veces, la gente màs buena... es la que no puede decir a la cara lo que piensa de ellos en ese momento...

DF. Nomemientas Gavilán dijo...

Así es, pero es que no se debe ser "bueno". Por Ley de Polaridad, ser bueno significa que no quieres ser malo, y yo pienso que uno oculta el otro. Yo tengo por costumbre decir las cosas a la cara, con respeto, aunque no gusten ser escuchadas, no es mi problema si no gustan. Yo soy de los que piensa que "las verdades duelen pero no ofenden", pues resulta una "fantochada" callarse lo que se deba decir, así lo veo yo, aunque hay gente que actúa al revés, es decir, usa aquello de "el que dice las verdades pierde las amistades", es decir, no expresa su verdad por miedo a perder algo, y yo no estoy de acuerdo con esto, yo prefiero perder estas amistades, que no lo son. Gracias por comentar.

Juan Carlos dijo...

Si me callo algo, para descubrir la falsedad del otro, realmente estoy siendo muy malo con él, ya que realmente le haría cierto favor, al descubrirle lo que no quiere ver de sí mismo, y esto sería muy bueno para él (para su alma, que no para su ego)... Si me callo algo, que debo decir, entonces el falso soy yo, y realmente también estaría siendo muy malo conmigo. Es mi manera de verlo y puedo entender que digas, que las verdades duelen pero no ofenden, realmente nunca pueden ofender al alma, aunque por supuesto el ego puede sentirse muy herido, pero así debe ser, para salir de este teatro que vivimos. Saludos.

DF. Nomemientas Gavilán dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con lo que escribes, no hay que ser bueno ni malo, hay que ser uno mismo, es estar en el centro, donde no existen las polaridades y donde no son necesarios ni el bien ni el mal, ni ser bueno ni ser malo. Esto es difícil de entender para mucha gente, no se puede entender hasta que no se vive en ese centro, pero esta es la dualidad en la que cayó la raza humana en algún momento de su existencia. Es lo que el libro del Génesis habla, sobre el árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, y la salida del Paraíso Terrenal, y todo debido a una manzana. Gracias por comentar.