jueves, 1 de diciembre de 2016

EL CRUEL ENGAÑO EN LA NIÑEZ

Un ejemplo de Neptuno en Leo, o en la casa V, o en aspecto con el Sol

Casa V (casa natural de Leo): La buena o la mala vida, infancia, niños, hijos o abortos, amores o desamores, placeres o displaceres, buena o mala suerte, diversiones o aburrimiento, vacaciones, juegos infantiles y de adultos, especulación (inmobiliaria, bolsa, lotería), fiestas, autoestima o desestima, deportes, creatividad o frustración, amor u odio, éxito o fracaso, orgullo o humildad, (dignidad, si estás en el centro de Leo, donde no existen las polaridades), alegría o tristeza, aprecio o desprecio, reconocimiento o falta de reconocimiento, el Niño Interior (amado, natural y espontáneo, u odiado, adaptado y herido), la generosidad (hasta que se harta), etc.
Símbolo astrológico de Neptuno

Hace años que estoy pensando, reflexionando, meditando, y comiéndome el coco, sobre la gran capacidad que tenemos los “seres humanos”, para engañar a los demás y para así engañarnos a nosotros mismos, y por supuesto, también para dejarnos engañar por los otros … Repetimos los mismos comportamientos a lo largo de la vida, parece que no somos capaces de salir de ellos, o tal vez, pueda ser que no sabemos hacerlo, o tal vez, también pudiera ser que disfrutamos con ellos. La cuestión es que vivimos en un mundo, de engaños y de auto-engaños parciales o totales, y que nos hace estar alejados de nuestra propia “VERDAD”, y de la verdadera realidad de la vida … En un mundo de ilusión y mentiras, que a muchas personas les ayuda a seguir sobreviviendo, pero pagando un precio muy caro en algunos aspectos, en las relaciones con los demás, en la salud, en el sistema de creencias, en la comunicación, en los sentimientos, en la familia, en la pareja, en la vida social, en el trabajo, y en muchos o todos los sectores de la vida, y muy principalmente en la relación con nosotros mismos. Ya se sabe, de oca a oca, como en el Juego de la Oca.

Nos engañan los demás seres y nos engañamos a nosotros mismos, y engañamos a otros y nos dejamos engañar, ya desde que nacemos, y así seguimos a lo largo de toda o parte de nuestra vida, e inclusive en el momento de la muerte … Tenemos tanto miedo de salir, de este “múltiple juego del engaño”, que hacemos lo imposible para permanecer atados el mayor tiempo posible, pues resulta muy doloroso ver la realidad tal y cual es, y descubrir que la mayoría de nosotros somos una mentira más o menos grande … Cuando queremos salir de este juego, la mayoría de la gente no nos deja, nos atacan y amenazan como mejor pueden, y para que así continuemos jugando con ellos, a un juego absurdo. Es el Juego del Escondite, no se trata del juego infantil, se trata de un Juego de Dios, para perdernos, buscarnos y encontrarnos a nosotros mismos.
 
 
Difícil será encontrarnos, nos montaron a todos en el tiovivo
 
En la niñez

Comenzamos a crecer, nos dicen que tenemos que ser buenos niños, porque de lo contrario, los Reyes Magos y Papá Noel no nos traerán regalos. Así nos siguen engañando y sometiéndonos a los abusos de poder, de muchos padres, haciéndonos creer que existe “el hombre del saco”, que nos meterá dentro y cuando desobedezcamos las órdenes, o que nos meterán en “el cuarto de las ratas” si no nos portamos bien. Así nos obligan a ser niños buenos, y por tanto, aprendemos también a esconder nuestro niño malo, y seguimos engañándonos, y creyendo que solamente somos “buenos”, pero no es así, también somos “malos”, por mucho que lo queramos esconder a nosotros mismos y a los demás. De modo que seguimos con el engaño como mejor podemos, pero al mismo tiempo creando una grave división dentro de nuestro cerebro, o sea, creando un cierto problema psicológico, además de una grave separación entre nuestra polaridad superior y la polaridad inferior, y por tanto no avanzamos en el Juego de la Oca, y seguimos más perdidos en el Juego del Escondite.

Cuando se nos cae algún diente, nos dicen que deberemos colocarlo bajo la almohada, porque vendrá el Ratoncito Pérez y nos dejará una moneda, pero creo que nunca nadie ha visto a este ratoncito, aunque generalmente encontremos alguna moneda, y algunas veces veamos alguna rata que se esconde en las alcantarillas. Nuestros padres nos engañan, poniendo esa moneda, y haciéndonos creer que ha sido un pequeño ratón, hasta que llega el día, en que la desilusión es tan grande, que entonces dejamos de creer en todo e incluso en nuestros padres. Por supuesto también en nosotros mismos, al habernos dejado engañar, pero tal vez seguiremos buscando el final del Juego de la Oca, mientras tanto seguiremos perdidos en el Juego del Escondite.

Nos leen cuentos de princesas y bellas durmientes, que siempre encuentran a su príncipe azul, cuentos de cenicientas con zapatos de cristal, ranas que se convierten en príncipes, hadas con su varita mágica, casas encantadas, brujas que vuelan en escoba, pinochos a quienes les crece la nariz, y un sinfín de personajes que nunca vemos en la vida, pero que nos empujan a seguir engañados, durante muchos años, creyendo que, como en los cuentos, todos seremos felices y comeremos perdices. En el futuro la realidad es totalmente la contraria, y hasta que ya no nos queda otra alternativa que caer en una enorme depresión, o en una pequeña locura, algo de lo que en algunas ocasiones es imposible salir. Puede ser como el pozo del Juego de la Oca, en el cual podemos estar poco o mucho tiempo, dependerá del dado del cubilete, que pensamos que actúa por azar, pero en la vida real es la consecuencia de la Ley de Causa y Efecto.

Cuando comenzamos a preguntar: ¿y de dónde vienen los niños?, algunos nos dicen que nos ha traído una cigüeña y que nos trae desde París, y aunque no sepamos muy bien dónde está esta ciudad, o cómo es posible que una cigüeña pueda traernos en vuelo, pero nos dejamos engañar por los adultos. Nos hacen creer lo que les da la gana en vez de decirnos la verdad, de decirnos que venimos de la semilla de nuestros padres, y con lo cual nuestra mente se crea, tal fantasía, que cuando somos adultos todavía no sabemos muchos, dónde se encuentra la fábrica de niños en París, o buscamos nidos de cigüeña en los campanarios, o quizá dentro de nosotros mismos. Tal vez cuando llega el momento, que no encontramos afuera lo que queremos buscar, pudiera  ser que lo comencemos a buscar bien adentro de nosotros mismos. Ya estamos en la mitad del Juego del Escondite, primero nos hemos perdido y ahora nos queremos encontrar, pero todavía queda el final, encontrarnos, y hay que tener paciencia, Dios lo inventó así para que fuera largo el desarrollo del mismo.

Comenzamos a ver la televisión y un montón de anuncios, que nos dicen todo tipo de mentiras, sobre todo tipo de cosas, y haciéndonos creer que son las mejores, que si comemos tal marca creceremos más fuertes y sanos, que si bebemos tal leche tendremos todas las vitaminas, que si tal bebida es la chispa de la vida, que si tal detergente lava muchísimo más blanco, que si tal cosa es el alimento de la juventud, que si tal juguete nos hará felices, que si tal muñeca habla, y continuamos dejándonos engañar. Lo más grave es que nos engañamos a nosotros mismos, y además se lo aconsejamos a la vecina, quien a su vez lo aconsejará al vecindario, y hasta que traspase la ciudad y llegue al resto del país, de oca a oca, como en el Juego de la Oca.

Llegamos a la escuela, nos enseñan lo que el sistema quiere que aprendamos, es la historia que ha sido siempre manipulada por los vencedores de las guerras, y ocultando siempre aquello que ha interesado … Una educación que nos quieren meter en la cabeza, los políticos de turno y de acuerdo a su ideología, y por descontado también, todo tipo de literatura de los escritores, que estén a favor del régimen político de turno, sean de derechas o de izquierdas, o sean “de arriba o de abajo”, pero siempre queriéndonos inculcar los valores que mandan, y que se suponen ser los únicos válidos en la vida. Nos enseñan una religión, que nos hará esclavos de alguien, y que nos meterá en el cielo o en el infierno según interese más. Mientras tanto continuamos jugando este juego del engaño porque, después, lo seguimos inculcando a nuestros hijos, para que a su vez ellos mismos lo repitan en nuestros nietos, y así después a los bisnietos y tataranietos, pues así continuamos el karma familiar, y además seguimos en el Juego de la Oca.


Texto del libro "Tres hermanos y una madre" - Diario de un karma familiar (I) - El Juego del Escondite (la pérdida), inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual (España), y protegido por derechos de autor. DF. Nomemientas Gavilán.

Si nuestra niñez ha sido así, ... ¿cómo crees que será nuestra juventud? ... ¿y nuestra adultez? ...

Si quieres leerlo al completo puedes pinchar aquí: El cruel engaño de la Vida

Para encontrar otras entradas de este blog, relacionadas con la Astrología Humanista o con otros temas que se tratan, aquí: bienvenida y enlaces directos

 

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchos cuentos infantiles han hecho mucho daño a nuestros hijos y nosotros tan tontos que se los leíamos de niños, así han acabo muchos, esperando vivir siempre felices y comiendo perdices como en los cuentos. La realidad es totalmente diferente a lo que escucharon. Hay otro tipo de relatos que llevan implícita una moraleja y si los padres la tuvieran en cuenta sería muy buena para los niños, pero ni los padres pueden entender la moraleja, el aprendizaje que se deriva de tal cuento. Las consecuencias las puede entender la gente cuando ya es adulta, después de haber tropezado, no siempre se aprende de los tropiezos, pero siempre se acaba mal, tal como he leído en el cuento de la reina sin trono, hay muchas reinas sin trono, frustradas y amargadas para toda la vida.

DF. Nomemientas Gavilán dijo...

Pues sí, hay cuentos y cuentos, algunos solamente dicen la mitad de la verdad, la mitad que ilusiona a la gente, la otra mitad se niega, porque la gente prefiere que los cuentos acaben siempre "bien", es decir, como ellos quisieran que acabara también su vida. La realidad es otra después, hay que saber ver las dos caras de la misma moneda, nunca puede existir la ilusión sin la desilusión. Los cuentos, relatos y fábulas con moraleja y un aprendizaje me parecen perfectos, pero en estos se pierde esa "ilusión" de que nuestra vida puede ser como nos imaginemos que será. Gracias por estar aquí.

Anónimo dijo...

Y qué me dicen ustedes del cuento de la Navidad, muy bonito pero nada más. Nos hemos pasado la vida creyendo en este cuento y sus personajes, no había brujas, no había pinochos, no había reinas malvadas, no había monstruos, no había nada que nos pudiera producir miedo. Todo era bonito, todo era santo, todo eran pastorcitos y ovejitas, además de una mula y un buey, lo de la mula lo puedo entender pero no puedo entender que hubiera un buey en aquel lugar. A pesar de todo nos hizo felices durante muchos años.

DF. Nomemientas Gavilán dijo...

Así es, nos hizo felices durante muchos años, hasta que la burbuja explotó y nos hizo infelices. No podía ser de otro modo. Hay un tiempo para cada cosa. Gracias por el comentario.

DF. Nomemientas Gavilán dijo...


Una niña compra 250 dólares en juguetes usando el dedo de su madre dormida para desbloquear el móvil. La pequeña, de 6 años, aprovechó la siesta de su progenitora para entrar en Amazon.
http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2016/12/28/actualidad/1482919715_905577.html

DF. Nomemientas Gavilán dijo...

Los pediatras españoles prescriben antibióticos de forma excesiva. Así lo detalla un estudio publicado en la revista 'The Journal of Pediatrics' y llevado a cabo por la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio), junto a un consorcio de científicos alemanes, italianos, noruegos, coreanos y estadounidenses.
http://www.elmundo.es/salud/2016/12/27/5862592646163fb7688b45f8.html