jueves, 6 de septiembre de 2018

ÉRASE UNA VENDEDORA DEL AMOR

Érase una vez, en un tiempo no muy lejano y en un lugar no determinado, alguien que nació en un momento tal vez equivocado, y en un tiempo en el cual llegó a este mundo sin ser deseada por sus padres, y principalmente por su padre, quien entonces no quiso tener tiempo para ella, no podía tener tiempo y no quería tenerlo, antes era él y sus negocios, después él otra vez, y si quedaba tiempo era para ella ... No hay que darle la culpa al padre, pues realmente cada uno se busca su propia vida y su propia miseria, siempre hay un por qué y un para qué, que cada cual debe descubrir, si quiere, y si no quiere que no lo haga.

Jónica (Jardines del Huerto del Rey/Palma de Mallorca)

ÉRASE UNA PROSTITUTA DEL AMOR

-o también, lo digo por la igualdad de género (...), érase un prostituto del amor-
-Las carencias afectivas de la infancia-
 
(Una continuación del Escondite de las Carencias)

Durante su infancia y adolescencia nunca recibió el amor de su padre, nunca supo lo que significaba el amor, tan solo veía que siempre su padre le compraba todo lo que le apetecía, todos sus caprichos, muy buena ropa y buenos zapatos, siempre de buena marca, la mejor, para así presumir delante de los demás, de aquello que su padre le compraba, pero que realmente era para dar la mejor imagen, era la imagen que su padre quería dar, y que sin saberlo era para compensar el amor que no le daba ... Es algo así como el chupete que se le da a un bebé, para que deje de llorar y se piense que se trata del pezón de la madre, pero de nada sirve, salvo para convertir al bebé en un "mamón", necesitado de la teta materna en el futuro.

Con el tiempo, ya en su juventud, pues aprendió que se podía comprar el amor, de otros hombres que podían suplir al padre, y si eran mayores mejor, del amor que nunca recibió, y así se convirtió en una prostituta del amor, y se vendía, no en burdeles, haciéndose la deseada y poniéndolo muy difícil, era su juego, ...¡ay! ... ¡¡no!!, ... pero sí, ... muy bien que lo deseaba, necesitaba sentirse deseada, puesto que fue una hija no deseada, y debía ser así para conseguir el mejor regalo, la mejor caricia, el mejor mimo, el mejor beso, el mejor abrazo y el mejor sexo, y era todo lo que no había recibido de su padre, y se vendió y se prostituyó con otros hombres, para su propio placer, pues nada le importaban ellos y nada le importaba darles placer, solamente quería que la trataran como una hija, o mejor dicho, como algo más que una hija.

Realmente no lo hacía por la atención o por los regalos que obtenía, ni tampoco por el sexo, aunque en principio se pensara esto, sino para poder sentir las carencias que tuvo durante su infancia y su adolescencia, todas las carencias que tuvo debía compensarlas de algún modo y de esta manera las encontró, sin ella darse cuenta ... Y mientras tanto usaba a los hombres y los hombres se dejaban usar, los más tontos, y hasta que después de usarlos ya los abandonaba, como si de trapos viejos se tratara, vengándose así inconscientemente de su padre, del padre que nunca la amó, del padre que nunca tuvo tiempo para ella.

Pasado bastante tiempo, ya en su adultez, comenzó a darse cuenta de que tampoco esto le hacía feliz, de que tampoco así se sentía a gusto con los hombres, con ella misma, con la vida, con el amor, que no era amor realmente, puesto que el amor que se compra o se vende nunca es Amor, ... siempre es amor prostituido, es amor pagado en especies y por tanto no es Amor. Y entonces la depresión llamó a su puerta, y era de esperar aunque no lo esperara, y era de suponer aunque no lo supusiera, y era de imaginar aunque no lo imaginara, y era de prever aunque no lo previera, y debía ser así, para que ella pudiera darse cuenta de que había prostituido el amor, y de que se había convertido en una prostituta del amor.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado ... Esto se puede aplicar a un hombre o a una mujer, es lo mismo, también hay prostitutos del amor, por supuesto, en este blog hay igualdad de género, y sálvese quién pueda, los niños y las niñas primero, y como hay igualdad de género, los hombres y las mujeres juntos y después, ... ¡ah!, y al final todos comieron perdices y vivieron felices.

Reservados los derechos de autor: D.F. Nomemientas Gavilán.

Palacio de Chacón, tras la Plaza de las Atarazanas de Palma de Mallorca.

En mi infancia fue la residencia de las Miñonas, 
alli vivían las niñas huérfanas del amor de sus padres, 
y allí eran atendidas por unas monjas.
No tenían padres que les compraran su amor,
no tenían padres a quienes vender su amor,
no tenían padres a quienes amar,
y tampoco tenían padres que las amaran.

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