Y EL SEÑOR DE LOS GATOS SE MURIÓ

 

Y EL SEÑOR DE LOS GATOS SE MURIÓ

Esto es un altar, situado sobre un banco de piedra, que los niños del barrio palmesano de Sa Teulera, ha dedicado a un hombre indigente, de una sesentena de años de edad, fallecido hace dos días allí, el cual vivía en una pequeña tienda de campaña, entre un solar lleno de pinos y un supermercado, en una zona con relativamente poco movimiento de gente, pero con una treintena de gatos que cada día le acompañaban, mientras él se pasaba el día en su tienda o en el exterior, tumbado sobre una colchoneta, viendo pasar los coches del Camino de Génova y frente al antiguo hospital de Son Dureta.

Unas flores silvestres sobre el banco, otro ramo de flores de plástico, y dos dibujos que los niños han querido dejar para él, puesto que no ha aparecido ninguna esquela en los periódicos, ninguna noticia sobre esta muerte, y muy posiblemente haya sido enterrado ya en una fosa común, sin velatorio y sin funeral. Son cosas que pasan en la vida. Hoy la gente que pasaba por allí se detenía para ver esto, lo mismo que he hecho yo, al notar a faltar a alguien, al indigente que llevaba allí por lo menos dos años, viviendo y viendo pasar la vida y la gente, y también faltar la pequeña tienda de campaña que fue su vivienda habitual.

Descanse en paz el Señor de los Gatos, así le llamaban los niños, pienso que la treintena de gatos que allí se arremolinaban con él, día y noche, le echarán en falta. No sé dónde se habrán metido hoy, solamente había dos de ellos, y la verdad es que era todo un espectáculo verlos siempre con él, a su alrededor, haciéndole compañía, ... la compañía que no le hicieron los seres humanos, o tal vez debería yo decir, los seres inhumanos, aunque en honor a la verdad, bastante gente que salía del supermercado le dejaba comida, para él y para los gatos.