Y el tercer día resucitó de entre los muertos.
"Estoy vivo. Me enterraron demasiado pronto, y he retornado a la vida"
"No he resucitado de entre los muertos
para ir en busca de la muerte otra vez"
"Mi triunfo consiste en que no estoy muerto"
"He sobrevivido a mi misión y no sé nada más"
"He sobrevivido a la vida y a la muerte de mi irrupción en el mundo"
"Han muerto en mí el maestro y el salvador, y ya puedo dedicarme a mi vida"
"La muerte me ha librado de mi propia salvación"
"Di mucho más de lo que recibí, y también eso produce aflicción y
vanidad"
"No pretendas sobrepasarte en lo que a la Vida se refiere,
porque eso no es sino otra forma de morir"
EL HOMBRE QUE MURIÓ (Libro de D.H. Lawrence)
Y el hombre le llamó: "¡Magdalena!".
La mujer se tambaleó, como si fuera a
caerse, porque le había reconocido. Y él le dijo: "¡Magdalena! No tengas
miedo. Estoy vivo. Me enterraron demasiado pronto, y he retornado a la vida. He
permanecido oculto en una casa".
Sin saber qué decir, la mujer se postró a
sus pies para besarlos.
"No me toques, Magdalena -le reconvino-.
¡Todavía no! Aún no estoy curado, ni he vuelto a tener contacto con los
hombres."
La mujer se echó a llorar, porque no sabía
qué hacer. Y él añadió: "Vamos a otro sitio, ahí entre los arbustos, donde
podamos hablar sin ser vistos".
Con el manto azul y la túnica amarilla,
ella le siguió por entre los árboles, hasta que él se sentó bajo unos mirtos. Y
él le dijo: "Todavía no estoy recuperado del todo. ¿Qué habrá que hacer
de ahora en adelante, Magdalena?".
"¡Maestro! -le respondió-. ¿Cuánto te
hemos llorado! ¿Volverás con nosotros?
"Lo que ha concluido, bien acabado
está y, para mí, el final ya es pasado -le replicó-. El curso de agua fluirá
hasta que no haya lluvia que lo abastezca; entonces, se secará. Para mí,
aquella vida se acabó."
"¿Y renunciarás a tu victoria?" -le
preguntó la mujer, con un dejo de tristeza.
"Mi triunfo -le respondió- consiste en
que no estoy muerto. He sobrevivido a mi misión, y no sé nada más. En eso consiste
mi victoria: he sobrevivido a la vida y a la muerte de mi irrupción en el
mundo, pero todavía soy un hombre. Aún soy joven, Magdalena; ni siquiera he
alcanzado la edad mediana. Estoy contento de que todo haya terminado. Así tenía
que ser. Pero, ahora, estoy encantado de que todo haya concluido, de que ya
haya pasado el día de mi intromisión. Han muerto en mí el maestro y el
salvador. Y ya puedo dedicarme a mis cosas, a llevar mi propia vida."
Ella le escuchaba sin comprenderle del
todo, aunque cierto malestar crecía en su interior, después de lo que le había
oído decir.
"Pero, ¿volverás junto a
nosotros?" -preguntó, con insistencia.
"No sé lo que haré -le contestó-.
Cuando haya sanado por completo, lo tendré más claro. Pero mi misión ha
concluido, igual que se acabaron mis enseñanzas; la muerte me ha librado de mi
propia salvación. Magdalena, quiero llevar mi propia vida, la que me
corresponda. Se acabó mi vida pública, esa vida en la que yo era importante.
Ahora esperaré en la vida, sin decir nada, sin nadie que me traicione. Quise
ser más de lo que abarcan mis manos y mis piernas, y me traicioné a mí mismo.
Sé que juzgué mal al pobre Judas, porque he muerto, y ahora sé cuáles son mis
limitaciones. Ahora puedo vivir sin luchar para imponerme, porque mi horizonte
se acaba en la punta de mis dedos, y mis pasos no van más allá de donde me
lleven mis pies. Sí, yo, el mismo que me entregaba a las multitudes, aun sin
haber estrechado de verdad a nadie entre mis brazos. Pero Judas y los sumos
sacerdotes me libraron de mi propia salvación, y pronto podré encarar mi
destino, como un hombre que, desde el mar, arriba a cualquier playa, solo, un
día cualquiera al amanecer."
"¿Quieres estar solo en adelante? -le
preguntó la mujer-. ¿Qué fue de tu misión? ¿Era todo mentira?"
"¡Claro que no! Tampoco puede decirse
que tus amantes de otro tiempo representaran nada. Fueron mucho para ti, pero
tú recibías más de lo que dabas. Y viniste a mí para que te salvase de tus
propias liviandades. Pero, en lo que se refiere a mi misión, también yo me
excedí: di mucho más de lo que recibí, y también eso produce aflicción y
vanidad. Pilatos y los sumos sacerdotes me libraron de mis propios excesos
salvadores. No pretendas sobrepasarte en lo que a la vida se refiere,
Magdalena, porque eso no es sino otra forma de morir."
La mujer sopesó tales palabras con
amargura, porque había arraigado en su interior la necesidad de darse por
completo, y no soportaba que nadie se lo reprochase.
"¿No volverás con nosotros? ¿Has
vuelto tan sólo para ti?"
Percibió el sarcasmo de su pregunta, y
contempló aquella hermosa cara, todavía surcada por una imperiosa necesidad de
salvación respecto de la mujer que había sido, la hembra que manejaba a los
hombres a su voluntad. Sobre ella planeaba todavía, como una sombra, la
necesidad de verse libre de la decrépita y contumaz Eva, que a tantos hombres
había abrazado, de quienes había recibido mucho más de lo que había dado. Otra
forma de perdición, sin embargo, pendía sobre ella: quería dar todo, sin
recibir nada. Y eso también resulta excesivo, cruel, para un cuerpo acogedor.
"No he resucitado de entre los muertos
para ir en busca de la muerte otra vez" -le replicó.
(Fragmento de: El hombre que murió (The man who died), de David Herbert Lawrence (1885-1930)
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HAY QUIEN NO QUIERE SALVARSE, QUIERE QUE LE SALVE OTRO.
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HAY QUIEN NO QUIERE CUIDARSE, QUIERE QUE LE CUIDE OTRO.
HAY QUIEN NADA HACE POR SÍ MISMO, QUIERE QUE SE LO HAGA OTRO.
¡¡¡¡¡ Y MIENTRAS TANTO, EL QUIEN BIENVIVE Y EL OTRO MALVIVE !!!!!
Algún día el centauro Quirón debe transmutarse o morir ...
Ya se lo dijo el Oráculo de Apolo:
"La herida solo puede ser sanada por su causa" ...
D. H. Lawrence nació con las heridas de Quirón en la casa VIII (muerte y transmutación),
y yo estoy convencido de que tuvo un parto horrible, entre la vida y la muerte,
lo cual nos ha sucedido a muchos también (un promedio del 1/12),
y por tanto,
es preferible morir antes en vida, transmutar las heridas del nacimiento,
con todo el dolor que supone revivir el parto,
y no arrastrarlas hasta la muerte final.
"... como un hombre que, desde el mar, arriba a cualquier playa, solo, un
día cualquiera al amanecer."
El Amanecer de un Majestuoso Mimo,
tras haber pasado antes, como nos ha sucedido a muchos, aunque no todos lo han sabido entender,
el Mimoso Mimo del Anochecer y el Mágico Mimo de la Transmutación.
"Tu valía llora por tu valor, porque tu valor lloró por tu valía" ...
Saludos desde el Nido de las Águilas.