jueves, 27 de mayo de 2021

EL HOMBRE QUE MURIÓ (DH Lawrence)

Y el tercer día resucitó de entre los muertos.
 
"Estoy vivo. Me enterraron demasiado pronto, y he retornado a la vida" 
"No he resucitado de entre los muertos para ir en busca de la muerte otra vez"
"Mi triunfo consiste en que no estoy muerto"
"He sobrevivido a mi misión y no sé nada más"
 "He sobrevivido a la vida y a la muerte de mi irrupción en el mundo"
"Han muerto en mí el maestro y el salvador, y ya puedo dedicarme a mi vida"
"La muerte me ha librado de mi propia salvación"
 
"Di mucho más de lo que recibí, y también eso produce aflicción y vanidad"
 "No pretendas sobrepasarte en lo que a la Vida se refiere, 
porque eso no es sino otra forma de morir" 
 
 
 
EL HOMBRE QUE MURIÓ (Libro de D.H. Lawrence)
 

Y el hombre le llamó: "¡Magdalena!".
La mujer se tambaleó, como si fuera a caerse, porque le había reconocido. Y él le dijo: "¡Magdalena! No tengas miedo. Estoy vivo. Me enterraron demasiado pronto, y he retornado a la vida. He permanecido oculto en una casa".
Sin saber qué decir, la mujer se postró a sus pies para besarlos.
"No me toques, Magdalena -le reconvino-. ¡Todavía no! Aún no estoy curado, ni he vuelto a tener contacto con los hombres."
La mujer se echó a llorar, porque no sabía qué hacer. Y él añadió: "Vamos a otro sitio, ahí entre los arbustos, donde podamos hablar sin ser vistos".
Con el manto azul y la túnica amarilla, ella le siguió por entre los árboles, hasta que él se sentó bajo unos mirtos. Y él le dijo: "Todavía no estoy recuperado del todo. ¿Qué habrá que hacer de ahora en adelante, Magdalena?".
 
"¡Maestro! -le respondió-. ¿Cuánto te hemos llorado! ¿Volverás con nosotros?
 
"Lo que ha concluido, bien acabado está y, para mí, el final ya es pasado -le replicó-. El curso de agua fluirá hasta que no haya lluvia que lo abastezca; entonces, se secará. Para mí, aquella vida se acabó."
 
"¿Y renunciarás a tu victoria?" -le preguntó la mujer, con un dejo de tristeza.
 
"Mi triunfo -le respondió- consiste en que no estoy muerto. He sobrevivido a mi misión, y no sé nada más. En eso consiste mi victoria: he sobrevivido a la vida y a la muerte de mi irrupción en el mundo, pero todavía soy un hombre. Aún soy joven, Magdalena; ni siquiera he alcanzado la edad mediana. Estoy contento de que todo haya terminado. Así tenía que ser. Pero, ahora, estoy encantado de que todo haya concluido, de que ya haya pasado el día de mi intromisión. Han muerto en mí el maestro y el salvador. Y ya puedo dedicarme a mis cosas, a llevar mi propia vida."
 
Ella le escuchaba sin comprenderle del todo, aunque cierto malestar crecía en su interior, después de lo que le había oído decir.
"Pero, ¿volverás junto a nosotros?" -preguntó, con insistencia.
 
"No sé lo que haré -le contestó-. Cuando haya sanado por completo, lo tendré más claro. Pero mi misión ha concluido, igual que se acabaron mis enseñanzas; la muerte me ha librado de mi propia salvación. Magdalena, quiero llevar mi propia vida, la que me corresponda. Se acabó mi vida pública, esa vida en la que yo era importante. Ahora esperaré en la vida, sin decir nada, sin nadie que me traicione. Quise ser más de lo que abarcan mis manos y mis piernas, y me traicioné a mí mismo. Sé que juzgué mal al pobre Judas, porque he muerto, y ahora sé cuáles son mis limitaciones. Ahora puedo vivir sin luchar para imponerme, porque mi horizonte se acaba en la punta de mis dedos, y mis pasos no van más allá de donde me lleven mis pies. Sí, yo, el mismo que me entregaba a las multitudes, aun sin haber estrechado de verdad a nadie entre mis brazos. Pero Judas y los sumos sacerdotes me libraron de mi propia salvación, y pronto podré encarar mi destino, como un hombre que, desde el mar, arriba a cualquier playa, solo, un día cualquiera al amanecer."
 
"¿Quieres estar solo en adelante? -le preguntó la mujer-. ¿Qué fue de tu misión? ¿Era todo mentira?"
 
"¡Claro que no! Tampoco puede decirse que tus amantes de otro tiempo representaran nada. Fueron mucho para ti, pero tú recibías más de lo que dabas. Y viniste a mí para que te salvase de tus propias liviandades. Pero, en lo que se refiere a mi misión, también yo me excedí: di mucho más de lo que recibí, y también eso produce aflicción y vanidad. Pilatos y los sumos sacerdotes me libraron de mis propios excesos salvadores. No pretendas sobrepasarte en lo que a la vida se refiere, Magdalena, porque eso no es sino otra forma de morir."
 
La mujer sopesó tales palabras con amargura, porque había arraigado en su interior la necesidad de darse por completo, y no soportaba que nadie se lo reprochase.
"¿No volverás con nosotros? ¿Has vuelto tan sólo para ti?"
 
Percibió el sarcasmo de su pregunta, y contempló aquella hermosa cara, todavía surcada por una imperiosa necesidad de salvación respecto de la mujer que había sido, la hembra que manejaba a los hombres a su voluntad. Sobre ella planeaba todavía, como una sombra, la necesidad de verse libre de la decrépita y contumaz Eva, que a tantos hombres había abrazado, de quienes había recibido mucho más de lo que había dado. Otra forma de perdición, sin embargo, pendía sobre ella: quería dar todo, sin recibir nada. Y eso también resulta excesivo, cruel, para un cuerpo acogedor.

"No he resucitado de entre los muertos para ir en busca de la muerte otra vez" -le replicó.

(Fragmento de: El hombre que murió (The man who died), de David Herbert Lawrence (1885-1930)

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"No estás aquí para tomar una decisión, 
la decisión ya la tomaste, 
estás aquí para entender por qué la tomaste" ...

HAY QUIEN NO QUIERE SALVARSE, QUIERE QUE LE SALVE OTRO.

HAY QUIEN NO QUIERE AYUDARSE, QUIERE QUE LE AYUDE OTRO.

HAY QUIEN NO QUIERE CUIDARSE, QUIERE QUE LE CUIDE OTRO.

HAY QUIEN NADA HACE POR SÍ MISMO, QUIERE QUE SE LO HAGA OTRO.

¡¡¡¡¡ Y MIENTRAS TANTO, EL QUIEN BIENVIVE Y EL OTRO MALVIVE !!!!!

Algún día el centauro Quirón debe transmutarse o morir ...
Ya se lo dijo el Oráculo de Apolo:
"La herida solo puede ser sanada por su causa" ...
D. H. Lawrence nació con las heridas de Quirón en la casa VIII (muerte y transmutación),
y yo estoy convencido de que tuvo un parto horrible, entre la vida y la muerte,
lo cual nos ha sucedido a muchos también (un promedio del 1/12),
y por tanto, 
es preferible morir antes en vida, transmutar las heridas del nacimiento,
con todo el dolor que supone revivir el parto,
 y no arrastrarlas hasta la muerte final.
 
"... como un hombre que, desde el mar, arriba a cualquier playa, solo, un día cualquiera al amanecer."
El Amanecer de un Majestuoso Mimo,
tras haber pasado antes, como nos ha sucedido a muchos, aunque no todos lo han sabido entender,
 el Mimoso Mimo del Anochecer y el Mágico Mimo de la Transmutación.
 
"Tu valía llora por tu valor, porque tu valor lloró por tu valía" ...
Saludos desde el Nido de las Águilas.